
La importancia de adelantarse al fracaso
← Blog¿No te ha pasado un sinfín de veces que por querer terminar las tareas antes de la cuenta, te han salido las cosas mal? Pasa a todas horas: sales de casa con unos minutos de retraso, entras en el ascensor y cuando llegas a la planta baja te das cuenta de que te has dejado esos informes que necesitabas para hoy. Pasas por el supermercado para coger las cuatro cosas que necesitas, pero no tienes tiempo porque a las seis tienes una reunión, aún así decides hacer la compra: llegas a casa y te has dejado la mitad de lo que había en la lista. Es un clásico entre los que viven enjaulados en horarios interminables de oficina y obligaciones de otros tipos.
Hacer las cosas rápido y a última hora tan sólo sirve para dos cosas: para estresarse más de la cuenta y para que nada vaya sobre lo previsto; es decir, que al final, todo salga (habitualmente) mal. Puedes tener un día de suerte, dos o tres. Pero no te fíes, la vida es un cúmulo de imprevistos agazapados detrás de un árbol esperando para actuar. A continuación te damos una serie de consejos para evitar y hacer frente a esas pequeñas dificultades que surgen día a día y que nos complican la vida:
- No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy (o sí). El refranero tiene razón, pero no siempre. Si bien es importante dejar las tareas hechas, también lo es hacerlo todo de una manera pausada y meditada. A veces, por querer terminar algunas tareas, lo hacemos rápido y mal. Si tienes tiempo, (tiempo de verdad, no unos minutos libres), hazlo. Si no es así, espérate a mañana para hacerlo. Ahora bien...Todos conocemos el cuento de la cigarra y la hormiga, ¿no? ¡No te duermas en los laureles!
- Sacúdete de encima los imprevistos. Están en cualquier esquina, a punto de atacarte en el momento que menos lo esperas. Es cierto que un imprevisto no se puede evitar, pero sí se puede minimizar o prever. Una americana limpia en la oficina por si se te derrama el café, una copia de esos informes tan importantes, un backup en el ordenador del trabajo o simplemente un desodorante en el último cajón del escritorio pueden salvarte la vida.
- Ten siempre un plan B. Relacionado con el punto anterior: ten siempre un as en la manga para esos momentos de dificultad inesperada. Piensa que todo en la vida es susceptible de salir mal, o al menos, regular. Cuando tengas una presentación, piensa en todo lo que puede pasar: se acaba la batería del ordenador, el proyector no funciona, preguntas inesperadas que no sé contestar. Cuando tengas una reunión intenta adelantarte a los acontecimientos y ten siempre una alternativa a punto para no verte en apuros.
- Trabaja bien desde el principio. ¿Para que hacerlo mal y con desgana si luego lo tendrás que repetir? Esto pasa demasiado a menudo. Dejamos las tareas más complicadas o aquello que no nos gusta hacer para el final: números, notas a pie de página, estadísticas etc. Intenta hacerlo todo bien desde el comienzo y verás todo funciona mejor. Piensa que si lo dejas todo para última hora, o aquello más complicado, te pueden salir dificultades que no esperabas. Y eso no te conviene.
- Pide ayuda y deja el orgullo a un lado. A veces el orgullo nos puede. Y eso pasa en todos los ámbitos: en el laboral, en el familiar, en el sentimental etc. Si no sabes hacer algo o te surge una duda, tira por la tangente y pregunta a alguien que te pueda ayudar. No viajes en círculos que no llevan a ninguna parte. Cuanto antes empieces a confiar en los demás, antes te podrán ayudar.
Estos consejos quizás no sean la panacea al estrés laboral, pero seguro que te ayudan a darte cuenta de que las cosas pueden salir bien si pensamos en todas las opciones y vemos las cosas desde todos los prismas. Sin caer en un pesimismo aborrecedor, es importante saber que todo puede salir muy bien o muy mal. Así que no dejes las cosas para última hora y adelántate a tus fracasos.