
Aprende a planificar, sé más productivo y… ¡aprovecha más el tiempo libre!
← BlogHay palabras que, por una razón u otra, a pesar de ser complicadas, largas, extrañas o ajenas al vocabulario típico del ciudadano medio, logran hacerse un hueco en nuestro vocabulario. Una de ellas es “procrastinar”. El arte del dejar para mañana lo que puedes debes hacer hoy, lo más opuesto posible al dicho popular. Como puede que os haya ocurrido a vosotros, mucha gente descubrió en las redes sociales una enorme fuente de procrastinación. Un desastre.
Sabemos que tenemos obligaciones, y aún así, las postergamos sistemáticamente, sintiéndonos irremediablemente mal. Al final, ni hacemos el trabajo cuando toca, ni disfrutamos lo que sea que hagamos mientras tratamos de esconder nuestras obligaciones en un rincón de la mente. ¿Por qué? Por supuesto, una explicación sencilla es que siempre hay cosas que nos apetece más hacer que trabajar. En cualquier caso, sea por el motivo que fuere, este hábito detestable existe. Y a todos nos conviene encontrar un modo de remediarlo.
Divide tu tiempo en bloques
Esencialmente, consiste en programar en qué vas a invertir tu tiempo con antelación. Se trata de elaborar un calendario que contemple todos los días de la semana y distribuya el tiempo en franjas. Estas serían, idealmente, de media hora o de una hora, dependiendo del nivel de concreción que queramos usar.
Por ejemplo, en él puedes ubicar trabajo que sabes que vas a tener dentro de varios días de modo que, con bastante antelación, puedas saber a qué hora vas a estar trabajando en ello, y de ese modo, qué tiempo tendrás ocupado y cual podrás dedicar a tus cosas.
Si tenemos un trabajo diario de ocho horas en una oficina, podremos dividir nuestras tareas del día en bloques, como por ejemplo, redactar un informe, llamar a un cliente, programar una reunión, etcétera. Lo mismo sucede con el tiempo libre que quieras, o necesites, dedicar a actividades, ya sea aprender un idioma, leer u ordenar el trastero. Todo ello, si lo programas, será más fácil que lo resuelvas en el momento, que no lo pospongas y hasta que, en las cosas que te hagan ilusión, generes más expectativa para llegar a ello.
No programes por mucho tiempo
Un truco que podemos usar para sacar el máximo rendimiento a nuestras actividades es tratar de no programar grandes bloques de muchas horas a una misma actividad. ¿Y por qué? Porque a más tiempo, menor atención. Tanto a las obligaciones como a los placeres; es mejor tratar de dividir el tiempo para crear descansos y cambiar de actividad. Eso sí, siempre estructuradamente, ya que si no, corremos el riesgo de volver a caer en la procrastinación.
Rompe tus reglas
Hemos visto los beneficios de usar un calendario, pero sus riesgos continuan estando allí: El miedo, o la posibilidad, de llevar una vida demasiado cuadriculada, sin espacio para improvisar. Porque siempre es posible que aparezcan nuevos planes, o cambios, de última hora. Debemos, por tanto, tener suficiente cintura para hacer saltar toda la planificación por los aires en cualquier momento. Sea para ir a cenar, para leer un nuevo libro, para ir a tomar unas cervezas con los amigos, o también, por qué no decirlo, para resolver algún aspecto de trabajo u otra obligación. Esto nos proporcionará el equilibrio perfecto entre planificar e improvisar.
Adelanta y ve sobre seguro
La gracia de encontrar este equilibrio es proporcionarnos libertad a la vez que logramos mantener un patrón la mayor parte del tiempo. Si logramos seguir nuestro calendario la mayor parte del tiempo, significará que tenemos nuestro trabajo hecho siempre o casi siempre a tiempo. Cuando surjan los planes, habremos avanzado lo suficiente como para poder acabarlo luego sin alterar demasiado el calendario, o que deberemos decir que no a muy pocos planes que nos apetezcan.
Al final, se trata de priorizar. En nuestro artículo “Lista tus tareas y prioriza” encontrarás algunos trucos muy útiles que seguro te serán de mucha utilidad. No podemos decir que sí a todo lo que nos surja cuando deberíamos estar trabajando, pero tampoco debemos ni podemos negarnos a todo. Y si seguimos una planificación adecuada eso es algo que no será necesario, porque tendremos tiempo para todo. Nadie puede discutir que organizarse así, aún a costa de bloquear a veces nuestro tiempo, es mejor que pasar horas y horas lamentando no estar trabajando. Si nos organizamos y calendarizamos bien, podremos hacer planes a última hora, quien sabe, ¡quizás es el salvoconducto para una cita!