
No soporto a mi compañero de trabajo: ¿Qué hago?
← BlogA muchos de nosotros nos han inculcado, de pequeños, que las cosas no siempre, ni siquiera muy a menudo, van a ser como nosotros queremos. Nos inculcan la aceptación de la frustración, aceptar el fracaso, respirar hondo y seguir adelante. Así es como hemos crecido muchos de nosotros, preparándonos para enfrentar un mundo complicado y asumir la decepción.
Que las cosas salgan mal resulta aceptable en muchos casos, especialmente cuando se trata de situaciones pasajeras. Pero en el mundo real, en el mundo laboral, las situaciones se enquistan, la rutina convierte las relaciones en algo importantísimo, y las frustraciones pueden hacer mella en nosotros. ¿Quién no ha tenido un jefe molesto? ¿O un compañero graciosillo que no nos hace ni pizca de gracia? Cuando nuestro día a día incluye frustraciones, lidiar con ellas se vuelve mucho más complicado. Y, en definitiva, es vital afrontarlas, porque pueden suponer una amenaza para nuestra higiene mental y social.
Trabajamos y convivimos con gente, siempre, durante toda nuestra vida, y ocurre a veces, que esa gente no nos gusta. ¿Qué podemos hacer? Una vez maduramos y entendemos que el enfrentamiento directo y el conflicto no nos llevan a nada bueno, acostumbramos a hacer lo que nos dicen siempre que debemos hacer: Tragar. Es relativamente fácil de hacer con ese cuñado al que vemos solo 3 o 4 veces al año, o con la suegra que solo nos ocupa un domingo cada dos meses, pero ¿y en el trabajo, donde el problema lo tenemos cada día?
Y es que, además de ser engorroso trabajar con alguien a quien no soportas, o que te molesta, tiene sus riesgos.
Para empezar, es difícil esconder que alguien te cae mal. Lo demostramos, sea explícita o implícitamente. Sea con nuestras palabras o con nuestro lenguaje corporal. Y por lo tanto, es muy probable que la otra persona lo detecte. O si no esta, la gente que nos rodee a los dos. Y cuando alguien percibe que no te cae bien, es bastante probable que empieces tu también a caerle mal. Expandiendo el problema.
¿Y por qué importa caerle mal a alguien? Porque los estudios dicen que caerle bien a la gente nos beneficia. Por ejemplo, este estudio de la Universidad de la Columbia Britanica, asegura que si gastas tu dinero en los demás, este te trae la felicidad. ¿Por qué? Porque si les gustas a los demás (y les gustará que inviertas tu dinero en ellos), estos te facilitarán la vida. Por ejemplo, otro estudio que he encontrado citado, aunque no he logrado llegar a la fuente, asegura que cuantos más amigos cercanos tengas en la adolescencia, mayores serán tus ingresos cuando seas adulto. Porque, como cabe recordar, lo que ahora llamamos networking, los contactos de toda la vida, vamos, siguen siendo la principal forma de encontrar trabajo en nuestros días.
Pero bueno, que me voy por las ramas, volvamos al tema. Una vez ha quedado claro por qué debe importarnos llevarnos bien con la gente, ¿Qué hago para lograr superar mi mala relación con Paco, el egoísta huraño de contabilidad?
La respuesta reside en nosotros mismos.
Como dice el dicho, es fácil ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Las personas que nos caen mal tienen defectos, por supuesto, y son los que, por una razón u otra, vemos fácilmente. Pero nosotros también tenemos. En buena parte, la razón por la que unas personas con defectos nos caen mal, y otras personas con defectos no nos caen mal, es que tendemos a detectar antes esos defectos en los que nos vemos reflejados, sobretodo inconscientemente.
Eso es. Si somos un poco egoístas, tenderemos a darnos cuenta de los comportamientos egoístas de los demás. Y en el trabajo, donde la convivencia es diaria, eso se pone de relieve con facilidad.
Una vez entendido esto, podemos entender que no nos gusta lo que los demás reflejan de nosotros mismos. Por lo tanto, debemos aprender a aceptar nuestros propios defectos, o quizás ir más lejos y a corregirlos, de modo que nos resulte más sencilla la convivencia con las personas que personifican estos defectos. Porque, una vez convivamos en paz con nuestros defectos, o los superemos, no nos molestará, o por lo menos en menor medida, cuando veamos estos defectos en los demás.
Por supuesto, esto es más fácil de decir que de hacer. Pero tampoco dijimos en ningún momento que este artículo iba a ofrecer soluciones fáciles. ;)