
10 errores habituales que entorpecen tu trabajo en equipo
← BlogTrabajar en equipo puede resultar una tarea complicada. Casi tanto como subir y bajar el Everest sin un rasguño. Los compañeros de trabajo pueden convertirse en amigos del alma o en enemigos acérrimos, desgraciadamente. A veces, tan sólo pasan desapercibidos, pero en la mayoría de los casos, no suele ser así. O trabajas muy bien con ellos, o querrás perderlos de vista a la mínima de cambio.
También a veces, e incluso con demasiada frecuencia, puede ser que la culpa sea nuestra. No ser lo suficientemente tolerante, exigir más de la cuenta, criticar a las espaldas o ignorar a algún miembro del equipo son actitudes que entorpecen el desarrollo del proyecto. Nadie es perfecto y esta debería ser la máxima con la que se trabajase. A continuación te damos una serie de pistas sobre lo que no debes hacer si quieres que el trabajo en equipo salga adelante.
- Recuerda siempre esta palabra: empatía. Ponerse en el lugar de los demás. Todos pueden tener un mal día, incluso tú. Intenta entender cómo se sienten tus compañeros o por qué actúan de determinadas maneras y verás que no todo es tán fácil. Piensa que cada persona es un mundo, y las situaciones personales de cada uno pueden ser muy complicadas.
- Pregunta. Si ves a alguien poco comunicativo o que tiene un comportamiento extraño, que no te de miedo preguntar e intentar ayudar. A veces, con un ¿Cómo estás, te encuentras bien hoy? Se pueden averiguar muchas cosas. Sólo hace falta fijarse y ser educado. Posiblemente la otra persona te cuente lo que le pasa. Si no lo haces, se formará un bucle que terminará en tensión y alguna discusión.
- No critiques a las espaldas. En primer lugar, porque a nadie le gusta que hablen mal de él por detrás. En segundo, porque te puede salir mal la jugada y que al final seas tú el perjudicado. En tercer lugar, porque ya eres un adulto y hay que actuar como tal.
- Sé sincero con el equipo. Si algo te ha parecido mal o no estás de acuerdo con alguna propuesta, dilo. Al equipo entero, a la persona en concreto, no importa. La sinceridad es la base de todas las relaciones, incluso las laborales.
- Hoy por tí, mañana por mi. Si te piden un favor, estúdialo e intenta hacerlo. Todo el mundo necesita que le echen un cable de vez en cuando. Posiblemente mañana lo necesites tú. Ayuda a esa compañera a finalizar ese informe, aplaza tu café de media mañana para aclararle algo a un compañero que ha estado enfermo y ha faltado al trabajo un par de días, pásale esos presupuestos que hiciste hace dos años al becario de turno, para que aprenda. La vida es una sucesión de favores.
- No vayas al jefe con historietas. En los patios de colegio, el chivato es la persona a evitar. En el trabajo sucede exactamente lo mismo. Si tienes algún problema con alguien, intenta solucionarlo por tu cuenta. Piensa que ir a explicarle historietas al jefe y criticar delante suyo a los demás compañeros, sólo te traerá problemas. A los jefes no les gustan este tipo de personas, y en el momento en que el resto del equipo se entere (y lo hará), pasarás a ser ese niño solitario que se queda apartado durante el recreo porque nadie confía en él. Mucho cuidado con esto.
- Crítica constructiva, no destructiva. Es normal que en el trabajo surjan las diferencias. Uno piensa de una manera, otro piensa de otra. Y de ahí la riqueza de trabajar en equipo. Si algo no te parece bien o crees que sería mejor hacerlo de otra manera, comunícalo con tacto. Intenta no destruir el proyecto de los demás, sino mejorarlo y aportar tu granito de arena. Construye, no destruyas.
- Da una segunda o incluso tercera oportunidad. Nadie es perfecto. Tú tampoco. Las personas cometen errores. Ser flexible y no llevar al extremo el enfado es fundamental para conseguir un buen trabajo en equipo. Todos merecen otra oportunidad.
- Sé honesto contigo mismo. Reflexiona sobre cómo haces tú el trabajo o sobre cómo es tu comportamiento con los demás. Reconoce tus errores y pide disculpas, si es necesario (si has elevado la voz, si has ignorado la propuesta de alguien o si has soltado un comentario inapropiado).
- Nadie es culpable de nada. O por lo menos, hasta que se demuestre lo contrario. Si algo sale mal, el último responsable es el equipo entero. Culpabilizar a alguien sólo sirve para generar tensión y quedarse inmóvil ante la adversidad y el error. Si se ha producido algún fallo en el proyecto, trabajad juntos para resolverlo. Es posible que la persona que haya cometido el error haya seguido unas indicaciones poco concisas o que haya habido falta de comunicación. Normalmente no hay un sólo culpable, así que ante la duda, es mejor dejarlo en tablas.
Estos consejos quizás no sean la panacea, pero sí te ayudarán a ver las cosas más claras. Dice el refrán que dos no discuten si uno no quieres. Y es totalmente cierto. Pon en práctica estos pequeños puntos y te darás cuenta de que también es responsabilidad de uno mismo que las cosas marchen bien.